poesía

Querido diario esta vez escribiré algo muy personal, desvaríos de verdad y de los mios, en un momento que estube yo sola, ciega, concentrada y donde el bolígrafo escribía casi solo, me dejé llevar por él. 

Dice así:

Dulce princesa,

Tú que cabalgas por los verdes prados de estas colinas, 

tú que conduces un caballo sin destino alguno, 

dejame verte en él, y así podré descrubrir lo que se haya dento de ti.